Brownies

Entre los manteros que venden chucherías y las parrilas improvisadas que humean paties y bondiolas, circulan rastafaris ofreciendo brownies mágicos. Con mi amigo avanzamos zigzagueando haciael escenario hasta quedar trabados…

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La colita

La rotisería a las 5 de la tarde es tierra arrasada, no hay nadie, salvo gente a destiempo, abandonada, expulsada, refugiados que naufragan frente al pizarrón con la lista de…

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Fracción

Con Felizia, la mujer que limpia, vamos ganando confianza. Ahora cuando toca el timbre y pregunto quién es, dice "Feli" en vez de "Felizia". Ayer, apenas llegó, le pedí que…

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En la playa (12): desde la poltrona

El departamento que alquilaron mis padres es muy chico, apenas un living comedor con un cuarto anexado, en un primer piso. Estamos medio apretados y tengo que compartir cuarto con mis padres (me despierto en medio de la noche, con mi madre parada frente a mi cama, asomada desde un más allá nebuloso, con los ojos sembrados de lagañas como estalactitas, diciéndome Christian, estás roncando demasiado fuerte). Y encima duermo en un sofá-cama carnívoro: si me apoyo en determinados lugares se cierra sobre sí mismo, comiéndome. (more…)

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En la playa (10): Mis mascotas

La gente tiene una relación histérica con la playa y con el concepto mismo de “vacaciones”. Yo entiendo que en la expresión “irse de vacaciones” es instrumental el verbo “irse”. Irse a otro lado, escapar, dejar atrás la repetición y la rutina. Estar en otro lugar para probar ser otro. Experimentar. No hace falta tirarse en paracaídas ni salir a cazar búfalos, pero por lo menos desconectá.
Pero no. El otro día veo unos pibes con un gigantesco parlante en la playa. Raro. Venís a la playa a experimentar acústicamente el ruido de las olas que no escuchás el resto del año y lo tapás con cumbia pedorra. Y ojo: si lo tapás con Berthoven es lo mismo. Bancate el silencio, o el ruido de la gente y de las olas. (more…)

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En la playa (8): la sunga como equilibrio inestable

Tengo que caminar varios kilómetros pero lo logro: en esta playa no hay argentinos. Hay poca gente y son todos brasileros. Hay banderines rojos que indican que el lugar es peligroso, pero igual hay un grupo de adolescentes metidos en el agua, así que me meto. Las olas me empujan hacia el grupito de pibes, nos reúnen como una pandilla de sea-monkeys. Las olas son altas, enojadas, te cachetean, te revuelcan, tienen una fuerza que no anuncian. Me gusta escuchar los gritos de alegría, en portugués. Una hora después, cuando vuelvo, me tengo que tomar el colectivo sí o sí, porque no puedo caminar, porque esas olas me metieron arena entre las bolas, en el culo, y cuando camino me paspo y casi saco chispas. Pero ahora estoy ahí metido con estos pibes, un grupito de 8 que flotan conmigo. (more…)

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En la playa (7): perdido en la traducción

¿A quién se le ocurrió ponernos al lado un país en el que hablan parecido a nosotros? No les entiendo un pomo a los brazucas. Entiendo dos cosas y después vienen tres palabras que me tiran a la zanja porque son parecidas a alguna palabra nuestra pero significan algo distinto. Ficar. Pegar. Embora. No te entiendo. (more…)

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