El gargajo – ¡sstchupt! – cae en el centro del charco. Javier es el que escupe mejor, puede disparar uno sin dejar de hablar. Los pómulos tensos mientras habla, esperando a que venga la próxima t para disparar.
– Conmigo no te hagas el pelot-¡sstchupt!-udo – y el miquimoco ya colgando del borde del delantal azul del pelotudo.
El único que le gana es Juan porque tiene los dientes de adelante separados. El agujero en V de los dientes de adelante, el latigazo de la lengua y el chorrito – ¡schpit! – en parábola newtoniana. Los de Juan son transparentes, los de Javier, los de Javier… vení y mirá.
Estamos todos en fila saliendo de la escuela nueva de este lado de la calle. Karina Pianelli está parada en el medio de la calle frenando el tránsito. No hay nada que frenar, a esta hora no pasa nadie.
(Pero igual vos Pianelli estuviste chupando las medias toda la semana y ahora sos borradora oficial del pizarrón y regadora oficial de la batata del frasco arriba del armario de los mapas. Nunca Pianelli te van a elegir mejor compañera: sos una falsa y no importa que te sigas haciendo la linda porque sos la única que tiene teléfono y una casa con dos pisos con escalera y todo.)
Karina Pianelli está parada con el cartel de PARE en la mano.Y cruzamos la calle, la señorita Noemí cruzando la calle y Javier tensa los pómulos y sabemos que va a apuntar a los talones de la señorita y el gargajo – ¡schupt! – le va a rozar los talones, el taco del zapato. Si se frenara un segundo justo en el cordón, pero no.
Los demás siguen cruzando la calle en fila, yo me arrodillo en el cordón y me asomo al charco de agua. El cielo reflejado, azul y nubes y en el medio el gargajo. Es de esos que requieren preparación: sonido de recolección de mocos, regurgito, guisito verde. Moco verde que me mira a mí narciso y se desenrolla, tentáculos, cintas, espirales, ovillo. Moco verde te miro y te muto del reino mineral al vegetal. Babita querida, estalactita, galaxia, viví y coleá. Ahora en el reino vegetal, marina, coral y después medusa. Te soplo olas en el costado, te regalo una costilla para que nazcas, Eva y para que cambies de color de una vez, como la memoria.
Como dirían en RSM:
Finoli finoli!!!
Saludos desde Rosario, cuna de la Bandera Argentina.
-Qué texto raro -diría yo, si los comparo con los últimos tuyos posteados.
-Qué texto chancho -diría mi vieja, que tiene una gallofobia (o escupitajofobia, si aplica).
-Qué lindo cuando hay poética en los desechos fisiológicos primarios.
Abrazos, celebro sus ensayos,
José.
Sencillamente genial…!!! besos!
Estimado señor:
¡Menuda alegoria del escupitajo!
Xtian, no dejas de asombrarme desde que te lei por primera vez hace años… vos buscabas departamento alla en San Francisco y yo buscaba excusas para volver a Bs.As. En ese momento te despediste y dejaste de postear, casualmente yo me alejaba de la blogosfera tambien… Hace poco volvi a frecuentar el lugar y me encontre con la agradable sorpresa de saberte posteando nuevamente y desde Bs.As.
Siempre es un placer leerte, a pesar de los cambios de color.
Nunca tuve lo que se necesita para crear esos poderosos escupitajos voladores; creo que por eso soy la deshonra de la familia.
¡Muy bueno!
Genial. Un abrazo
¡Oh, amigo mío! Lo eres por carácter transitivo, porque yo soy lectora de Orsai y vos también.
Había leído cosas tuyas sueltas y me habían gustado.
Hoy, luego de varios días de PC descompuesta, volví a la web decidida a resarcirme de tanta deprivación, y entré a tu blog, “a disfrutar de tu prosa poética y elegante”.
Pero no. Está visto que hoy no iba a “ese día”.
¿Algo personal contra mí, tal vez? ¿Por qué tanto regodeo con el escupitajo, gargajo, o como quieras llamarlo?
Te eximo de mi comentario negativo, y hago como que no vi nada. Y paso al anterior post. Como ves sigo dándote crédito.
Creo que mereces otra oportunidad. Un cariño, a pesar de todo.