Varadero, primera noche
El vuelo salía a las 3.30 de la mañana, así que quedé en que pasaba a las 12 de la noche por la casa de Ariel. Como siempre, llegué y ni siquiera tenía preparada la valija. Andaba de acá para allá en slip seleccionando la ropa que se llevaría. Respiré hondo y decidí que estaba de vacaciones y que no iba a empezarla discutiendo. Lo ayudé a doblar la ropa, más como gimnasia antiestrés que para acelerar el trámite. Ariel, con toda la parsimonia del mundo, se duchó, se vistió, se perfumó. Llegamos al aeropuerto a las 2.28, 2 minutos antes de la hora límite para hacer el check-in. Me tomé un Dramamine (no volaba desde el 2004 y últimamente me brotan fobias en cualquier rincón) y subimos al avión.
Enseguida el comisario de a bordo vino a saludar a Ariel personalmente, a felicitarlo por el premio, y le ofreció moverlo a clase ejecutiva. Ariel no podía esconder su cosquillita. Me dijo con cara de fingida incomodidad “Y… me voy a tener que ir para adelante”. Le dije: “Boludo, deciles que estás con un acompañante y si también le pueden hacer el upgrade a él”. El comisario de a bordo se disculpó: No, no se puede, así que Ariel desapareció detrás de las cortinas del privilegio. Yo dormí todo el viaje.
Aterrizamos en Panamá. Ariel había dejado dos horas entre aviones para poder recorrer el duty free, uno de los más grandes del mundo. Panasonic, Lacosse, Tomy Hilfigher, Cadbury, Kenzo, Rolex. No compré nada porque no había nada barato y ya tenía todo lo que necesitaba. Tomamos el avión y aterrizamos en La Habana 2 horas después. Yo ya estaba transpirado, agotado, aburrido de tanto viajar, pero todavía faltaban 2 horas de colectivo (guagua le dicen ellos) hasta Varadero.
Ariel se sentó adelante para charlar con el guía. Le preguntó por la situación en Cuba, y dijo:
-¿Y qué pasa con Fidel? No se sabe si está vivo o muerto, ¿no? ¿Lo tienen “guardado” en algún lado?
Al guía se le endureció la cara, después trató de sonreír:
-No, lo que pasa es que está mal de salud. Cuando empezó a tener problemas dijo que prefería apartarse y ahora gobierna Raúl. Lo que pasa es que con los problemas económicos y todo eso, durante años, es como si hubiera trabajo 130 horas diarias. Es un trabajo muy duro.
Yo escuchaba desde atrás mientras miraba por la ventanilla el paisaje que subía y bajaba con las hondonadas de la ruta. Me quedé pensando en las 130 horas, en por qué alguien elegiría ese número y no otro. A la hora de viaje el guía se dirigió a todos los pasajeros: “Vamos a hacer una pequeña parada porque el chofer necesita descansar y relajarse un poco, pueden bajar a tomar algo si quieren”. Sólo había manejado una hora y el trayecto no había sido particularmente complicado, apenas habíamos cruzado un par de autos. Ariel me explicó que “acá son así, re informales”. A mí me pareció que el chofer estaba arreglado con la gente del parador para hacerse unos pesitos vendiendo gaseosas, y de paso charlar y tomar fresco.
Retomamos el viaje 10 minutos después y nos metimos en la península de Varadero. Los hoteles (indistinguibles para mí, pero no para Ariel, que competía con el guía a ver quién sabía más detalles sobre cada uno) fueron apareciendo en secuencia entre los árboles, hasta que llegamos al nuestro.
Cuando yo pienso en hotel pienso en un edificio con muchas ventanas, pero esto era más bien un barrio privado de bungalows de 3 pisos, todo conectado por unos caminitos sinuosos, puntuados por palmeras, cartelitos indicativos de madera, con puentes suspendidos sobre piletas y laguitos, todo parquizado e iluminado. Nos llevaron en una especie de trencito (como los que se usan en los campos de golf) a la habitación. Ariel señalaba cada detalle 5 estrellas, yo pensaba que todo era muy Amas de casas desesperadas, el escenario perfecto para una comedia negra de gente que se deja caer sobre la cama de pilates y se suicida disolviendo seconal en su actimel, con el canal Gourmet en mute.
Entramos en el cuarto, amplio, lujoso, blanco, sobrio. En la mesita ratona había dos llaveros en forma de maracas y en la heladera varias latas del equivalente cubano de la Coca-Cola, que se llama TuKola. Ambas referencias me parecieron guiños a nuestra homosexualidad, una bienvenida de palmadita en el hombro rosa.
Nos duchamos y cenamos apurados en el buffet. Después Ariel me arrastró hasta el show, que se daba en una especie de anfiteatro. La música estridente, las luces de colores enloquecidas y un grupo de 12 bailarines, entre hombres y mujeres: show caribeño anunciada la grilla al costado de la escalinata. El coreógrafo y bailarín principal era un mulato de una fealdad casi mitológica, a mitad de camino entre dos animales extraordinarios. Es difícil de explicar, así que trato de nuevo. Su fealdad era también cubista como una protesta frente a la perspectiva y a las tres dimensiones: cuando gesticulaba al bailar, parecía que sus facciones bailaban y volvían a congelarse siempre en una configuración distinta, como si jugaran al juego de las sillas. Era, además, uno de los tipos más maricones que vi en mi vida. No podía parar de pegarle codazos a Ariel ante cada mohín y cada torsión Vogue, ante cada saltito cascanueces mientras sonaba el Mambo Number 5. Al final de cada canción aplaudíamos desaforados, y el resto de la gente también gritaba “¡Bravo!”.
Cuando terminó el show la gente se alejó en procesión hacia el edificio central, a sentarse al borde de la pileta a pedir mojitos y cuba libres. Ariel pidió una piña colada sin alcohol, yo pedí un margarita. “Eso no parece una margarita, pero es igualmente peligroso”, me dijo una voz en inglés desde el costado. Era una mujer alta y corpulenta, de pelo corto, sonriente. A su lado estaba su hija, tímida, mirando para abajo, también sonriendo con el plateado de los aparatos metido en una copa llena de algo azul.
La señora se llamaba Elaine y era de Vancouver. Había venido a Varadero con su hija y su madre en silla de ruedas. Parecía aburrida en su capullo matriarcal y un poco pasada de alcohol. Creo que se dio cuenta que éramos gays, y si no se había dado cuenta se lo dije enseguida. “Oh, todos mis amigos son gays”, dijo, sacando una tarjeta de su cartera y entregándomela. Es directora de admisión en una universidad de derecho. Charlamos un rato y me invitó (me conminó) a que visite Vancouver, tengo un sofá arriba, somos gente muy amigable, hay muchos bares leather en la ciudad, bah, no sé a vos que te gusta, y además estamos cerca de Seattle. Nos señaló una puerta. “Disco”, dijo, y para mis oídos gays la palabra sonó como una invocación.
La discoteca era un espacio hexagonal, no muy grande, con una pista chica en el medio, en el que titilaban apenas unas lucecitas de colores. Había unas 5 o 6 personas bailando, cada uno en la suya, excepto una pareja que se franeleaba. Elaine agarró a Ariel del brazo y se lo llevó para la pista. Yo me quedé con la hija, se llamaba Lorrie.
-Tu mamá es divertida-dije.
-Sí-dijo ella, encogiéndose de hombros.
-¿Siempre es así?-pregunté.
-Sí.
Quería preguntarle dónde estaba el padre, pero me frené, después de todo no me había encontrado a Lorrie perdida en una playa llorando sobre su helado de palito. Le pregunté, en cambio, si le gustaba Vancouver. Its okay, dijo. Miramos los dos hacia la pista, Ariel y Elaine bailaban con las luces en las caras y en los dientes.
-A veces ella debe ser un poco demasiado-dije yo.
-Sí-dijo ella, y tomó un sorbito de su copa azul.
Disfrutable el relato, como siempre.
Los gays tenemos tendencia a creer que todos se dan cuenta que lo somos y que pretenden hacernoslo notar, somos así. Muy buena la descripción de los pasos de baile del cubano: Vogue!Es todo un estilo, jaja. Saludos Xtian!
los turistas desubicados en pedo en los todo incluido: un clásico. no fallan.
Es genial lo de la gaseosa!!!
Te da la excusa perfecta para acercarte a un barman atractivo y decirle:
– Dame TuKola!!!
– Perdón, cómo dijo?
Muy bueno hasta ahora… espero ansioso que publiques más.
Saludos desde Rosario, cuna de la Bandera Argentina
Para los ansiosos: voy a intentar publicar un post por día, incluso durante el fin de semana. Por ahora solo tengo notas que tengo que exprimir y expandir, y ni siquiera sé si tengo para escribir un post por cada día de viaje. Veremos a medida que escribo.
Ya estoy en ambiente. Ahora quiero saber cómo se desarrollará la trama, si alguien asesinará a la madre de Elain, si el cantante de facciones cubistas irá a prisión por un crimen que no cometió; si Lorri, única testigo del asesinato de su abuela se atreverá a abrir esa boquita metalica…
Y sobre todo si llegarás a ir al sillón de Vancouver a conocer a los amigos gays de Elain…
Xtian, se te extrañaba. Por suerte voy a poder leer una nueva historia tuya. Quedo pendiente de la continuación. Besos.
Genial Xtian, te extrañaba.
Quiero más, quiero más.
besos
Ojalá recibiera un viajecito así caído del cielo… al menos podemos viajar con la imaginación en tus relatos, che.
Saludos.
“…se suicida disolviendo seconal en su actimel, con el canal Gourmet en mute.”
Increíble!!!
Pd: espero “ansioso” las nuevas entregas
Qué bueno que incluiste imágenes del viaje en el post!!! Bueno, no es la primera vez, porque si mal no recuerdo, ya mostraste una palomita que puso huevitos en tu balcón.
Una pregunta: el Profesor Christian Rodriguez que comenta en mi blog sos vos?
Saludos desde Rosario, cuna de la Bandera Argentina.
Xtian, 2008:
“La discoteca era un espacio hexagonal, no muy grande, con una pista chica en el medio, en el que titilaban apenas unas lucecitas de colores.”
Borges, 1941:
“El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio,…
… La luz procede de unas frutas esféricas que llevan el nombre de lámparas. Hay dos en cada hexágono: transversales. La luz que emiten es insuficiente, incesante.”
Son extractos del primer párrafo del cuento “La biblioteca de Babel”, justo el comienzo y el final de dicho párrafo. Recordé ese cuento al leer “hexagonal” en tu relato. Una discoteca hexagonal es algo realmente llamativo. Decir que no sé cómo poner negrita, para marcar las coincidencias entre ese párrafo tuyo y el cuento de Borges, pero aquí las enumero:
a) Discoteca -> Biblioteca.
b) la forma hexagonal ya mencionada
c) “con una pista chica en el medio” -> “con vastos pozos de ventilación en el medio”
d) y esta coincidencia no es literal, pero la sensación de poca luz, de incomodidad entre tus lucecitas de colores titilantes, y la luz insuficiente de las frutas esféricas de Borges.
Si estas coincidencias fueron conscientes Xtian, sos un genio. Y si fueron incoscientes, sos más genio todavía, porque quiere decir que ya tenés a Borges tan internalizado que te fluye de dentro sin que te des cuenta, encima perfectamente en tu estilo.
Si me decís que nunca leíste ese cuento de Borges, entonces no entiendo nada, me replantearé mi ateismo.
Excelente relato, me quedé pensando en la hija de la mujer. Mucho.
Es un personaje total, un “aportador de punto de vista”.
Buenas!Me encantó tu manera de relatar, entretiene.Además,esa comparación con la serie Amas de casa deseperadas , y la descripción sobre la fealdad del bailarín me hicieron reír a carcajadas, cosa que no es muy común en mí.
Saludos, Lau
Genial, Maestruli, me divirtió mucho esa coincidencia, que es totalmente involuntaria, ya que nunca leí el cuento.
Leí poco de Borges, los típicos cuentos del secundario (Las ruinas circulares, Los dos reyes y los dos laberintos). Soy fan de algunos otros: El sur, El evangelio según San Marcos, La espera, cuentos que leo y releo. Borges es una asignatura pendiente. Del que leí todo todo es Cortázar, incluso leí sus libros malos.
Lo raro es esto: mis notas solo mencionan que fui a la discoteca esa noche. Recordé entonces la pista y escribí que era poligonal, porque no conté la cantidad de lados. No era un cuadrado, y como tenía lados paralelos, decidí precisar que era hexagonal. Al tipear esa palabra me di cuenta que era la correcta, porque en las notas del día siguiente, pasa algo levemente mágico y ritual dentro de la pista, y la palabra “hexagonal” me sugería un mandala. Todo esto es semi-conciente, claro, yo no pienso en esos términos al escribir, me voy guiando por intuiciones entre neblinas. Después, cuando alguien señala algo o al releer después de mucho tiempo, me cae alguna otra ficha.
Así que la Biblioteca de Borges y la Discoteca de Christian se superponen y no es culpa mía ni de Borges: el universo tiene estos dobleces y esas risitas.
Definitivamente reveré mi reciente ateísmo. Qué gran coincidencia. Todo realmente muy borgeano, o muy xtiense, jaja.
Lo que me extraña es que si mencionaste esos cuentos que leíste y releíste de Borges, pues me extraña que aunque sea no hayas posado tu vista sobre “La Biblioteca de Babel”. Para mí sin duda es el mejor cuento de Borges.
Por favor, que siga el relato che.
Me encanta leerte. Que bueno que decidistes hacer el viaje… Te felicito!
me haces cagar de risa con las cosas que hizo “Ariel”. Lo estoy viendo… Hasta ahora Cayo Largo no se diferencia demasiado de lo que contas de Varadero, aunque tengas que llegar volando… sigo avanzando con el diario de viaje.
“…se suicida disolviendo seconal en su actimel, con el canal Gourmet en mute.”
Un hallazgo. No soy original, pero me encantó.
sigo leyendo, obvio.
Me encanta este relato.
Me remite a mis propias experiencias de viaje.
Por ejemplo, en San Francisco conocí a una mujer llamada Debra, que sería una especie de Elaine….
Me ofreció alojamiento en su casa y yo no lo pensé 2 veces. Al poco tiempo estaba viviendo allí. Fue toda una revelación esa semana vivida en esa casa… Hay algo especial en eso de dejarse arrastrar por la cadena de eventos previamente insospechados que se dan espontáneamente…es como permitirse vivir en una realidad paralela a esa de la rutina nuestra tan predecible…
Caramba, parece que tu crónica está despertando en mí cierta inspiración para plasmar en blanco y negro mis propias experiencias y refleccionar sobre ellas…..
Y parece que me estoy yendo al carajo, porque al fin de cuentas esto es un simple commentario.
Lo resumo: Loco, me encanta lo que escribís y que hayas creado este espacio.
muy buena voy a la siguiente. Me encantó la descripción sobre el coreografo fue divertidisima