Llueve todo lo que puede llover sobre Buenos Aires. Una lluvia que mueve la mugre de lugar, que arrastra todo hacia las alcantarillas y las atasca y las hace rebalsar. Mañana todos deberemos retomar nuestra tarea de Sísifos y volver a desparramar mugre según nuestro propio diseño. Escribo como quien oye llover, moviendo mugre de acá para allá, arrastrando palabras hasta que la alcantarilla rebalse y traiga a la superficie el papel de un paquete de DRFs de menta en 1985. Soy yo el que apuré el paso hasta el kiosco, me compré ese paquete de pastillas y me las metí de a tres en la boca, mastiqué y empujé con la lengua por todos los costados antes de tragar y meterme en la boca otras tres.
Pero es mejor empezar más atrás, en marzo de 1984: empiezo el secundario en un borrón y cuenta nueva. Es decir solo, sin amigos. Ninguno de mis compañeros de primario privado me sigue al secundario estatal. Es insólito, porque al fin y al cabo no hay tantas secundarias, pero no sólo no veo ninguna cara conocida en mi división, sino que tampoco me los cruzo en los recreos. En el verano nos tocamos las pijas con un amigo del barrio: juramos sobre nuestros sagrados cierres relámpago que el secreto moriría con nosotros pero él se lo contó a todos los pibes al día siguiente. Dejaron de hablarme, después empezaron a gritarme puto de mierda cuando pasaba por la esquina, y más tarde cayeron los cascotazos.
Así llegué al secundario: como un E.T. que la nave nodriza dejó atrás, olvidado, buscando resuscitar crisantemos con su dedo con lucecita. No importaba que hacía tres meses que había asumido Alfonsín y había llegado la democracia y yo iba a un colegio estatal. Ahí fui yo vestido con pantalones grises, camisa, corbata, peinado con gomina y con las carpetas y los útiles metidos en un maletín lustroso. Me senté en el primer banco contra la ventana y apareció la primera profesora, que nos hizo presentar diciendo nuestros nombres y qué puntaje habíamos sacado en el examen de ingreso. Empezaron desde la otra punta, así que se presentó casi toda la división antes de que me toque el turno. Cuando me tocó a mí dije, entre tímido y orgulloso que me llamaba Christian Rodriguez y que me había sacado 99 en el examen. ¿Usted es el que sacó el puntaje más alto?, preguntó la profesora, sorprendida. Asentí con la cabeza de pelo engominado y putualicé: “Me olvidé de poner sangría en el primer renglón de la redacción, por eso me bajaron un punto”. Una injusticia de la que tardaría años en sobreponerme.
Ese mismo día, al terminar el primer recreo, volvería a tener los ojos de todos encima. El preceptor nos hizo formar en el patio antes de entrar al aula y empezó a recorrer las filas mirando a todos de pies a cabeza. De pronto se frenó, señaló a alguien de la fila y lo separó. El pibe que separó tenía una remera roja Dufour, unos jeans gastados y manchados de birome y Kickers. Eso ya lo hacía resaltar entre todos los demás, que por inercia de la dictadura seguían vestidos con tonos apagados y pantalones grises. Pero en realidad todo en este pibe llamaba la atención: era ancho de espaldas y de extremidades cortas y regordetas, blanco, de ojos celestes, de cara redonda y con una gigantesca cabellera de rulos rubios. El preceptor volvió a buscar en la fila y me señaló a mí. Usted, venga, dijo. Me puso al lado del pibe de rulos rubios y dijo: Esto no es un boliche bailable, señor. ¿Ve? Así, como este alumno tiene que venir a la escuela. Con el pelo corto, peinado y con una vestimenta adecuada. El miércoles voy a pasar por la división a revisar su aspecto, ahora vuelva a la fila.
Al preceptor lo echaron al día siguiente. El padre del pibe de rulos era abogado y fue a quejarse a la escuela. La dictadura se había terminado y los preceptores que no se habían enterado no deberían seguir en sus puestos. De a poco y siguiendo a Mauricio (así se llamaba el pibe de rulos), todos fueron acomodando sus uniformes a la llegada de la primavera alfonsinista. Las chicas abandonaron las vinchas y se soltaron el pelo, los varones pasaron de los canadienses a los Kickers o a las zapatillas, a las remeras de colores, al pelo largo. Yo acompañaba la comparsa con cautela, porque siempre había sido el mejor alumno, (o sea, el más olfa, aunque no conocía esa palabra), y me costaba desprenderme de la gomina y el maletín. Pero algo más profundo, más tectónico, se puso en marcha ese día que nos sacaron de la fila a Mauricio y a mí. Recuerdo ese momento y lo recordaré mientras viva: habíamos sido separados de los demás, elegidos, como muñequitos de torta de la civilización y la barbarie. Yo giré la cabeza y él también y nos miramos. Él me sonrió, yo traté pero no pude, así que bajé la cabeza.
Todo un tema el secundario.
Creo que, para bien o para mal, nos marca…
En mi caso, recuerdo una piba muy linda de la que me enamoré perdidamente. Y de la que he hablado mas de una vez en el blog.
Y también había un pibe al que le tenía ganas (pero, en este caso, era algo mas a un nivel sexual). Lamentablemente no pasó nada, porque en parte tenía miedo a que me pasara lo que te pasó con tus “amigos” del barrio (y, además como era mas bien calentura, tampoco valía la pena arriesgarse al escarnio público por un exceso de hormonas)
Una pregunta ¿fuiste al Nacional Buenos Aires? Por lo de curso de ingreso, digo. Aunque, en una época, había mas colegios del estado que tenían cursos de ingreso (no se si, incluso, el mío tenía en una época)
¡Ojo! Igual tengo recuerdos muy lindos (vinculados con esa piba, sobre todo…), y me quedó en general una imagen positiva del secundario
P.D.: ¿podés borrar el comentario anterior a este (que es casi igual, pero es que me dí cuenta que le quería agregar algo cuando lo estaba mandando…)?
No, fui al Manuel Belgrano de Merlo. Ese año fue el último que hubo examen de ingreso. Al año siguiente fue ingreso irrestricto.
En el ’84 estaba en 4to año y nos costó un tiempo dejar atrás el uniforme… estábamos malacostumbrados a usarlo, como corderitos domesticados.
Así que eras el olfachón del curso?
Yo también era super olfa, pero no tenía las mejores notas porque algunas chicas dedicaban más tiempo a sus carpetas impecables y en cambio yo siempre fui bastante desprolijo. A mí me interesaba ser el más inteligente. Qué aparato!
Saludos
mmm, que habrá pasado con Mauricio años después de esa primer sonrisa…
Me encantó como describís el pasaje de la dictadura a la democracia desde la óptica de la vestimenta.
Un abrazo
Yo también fui al Nacional, aunque soy promoción 2006.
En eso yo no tuve tanta suerte. Pasé toda mi secundaria bajo la dictadura y era imposible sacarse el uniforme azul y gris (hasta la bufanda debía ser azul). Cuando eso cambió en la época de Alfonsín yo ya estaba en la facultad, y me alegré por los pibes, sin dejar de sentir cierta envidia: siempre me pareció ridículo el uso de uniformes o vestimentas “reglamentarias”.
Lindo relato; seguimos.
Usted es un degenerado obsceno y me dan ganas de vomitar ¡sodomita!
¿lo de Yoli es una broma o hay gente que se mete en putoyaparte para leer sobre ortografía?
Hola Christian. Veo que compartimos la experiencia del Nacional pero en momentos históricos distintos. Yo cursé en los 90’s y no te creas que era demasiado diferente. Un colegio acartonado, con olor a naftalina. Lo más lindo era ver como cada fin de año florecían los guardapolvos de quinto año, como se llenaban de colores y de firmas. Esas batucadas que hacían temblar las paredes verdes militar y sacudían las reprimidas redondeces de las chicas.
Me encanta tu blog, hace rato que lo sigo desde las sombras. Hoy me tocó particularmente lo que escribiste. Un beso grande.
Vaya, yo también empecé el secundario en 1984. También di examen de ingreso, y era muy olfa (aunque saqué unos míseros 89 puntos, y hubo dos que me ganaron). Rosarioso parece que también era “traga”. ¿Al final el suplemento de Barcelona “La voz del puto” tendrá algo de razón?, que en su artículo de tapa decía “¿la putez los hace geniales?”.
Excelente la narración. Me pone contento volver a leerte, y acá esperamos el resto de la saga.
Yo en el 84 estaba en segundo año, y recuerdo que era delegado de mi división en el Centro de Estudiantes, mi viejo no quería saber nada, yo algo de temor tenía de que volvieran los hijos de ´putas, por suerte no pasó. En mi colegio hubo gente muy talentosa, incluso el Presidende del Centro de Estudiantes, que hoy es mas o menos conocido. Excelentes recuerdos de aquella época.
Ya veo que desde chiquito eras bastante forrito, por suerte has crecido y sos un forro con todas las letras. Me gusto mucho el relato.
Muy reiterativo, en estilo y en ideas. No me gustó
antes que nada, anda a mironear este blog
http://abandonalia.blogspot.com/
yo sufri otro tipo de colegio, como pupilo en el extranjero. Harry Potter sin magia. Y no tenia nada de pintoresco…
Lindo relato.
Muchos recuerdos!
Quién es la YOLI, con ese comentario tan desagradable?
Es joda, o real?
Si lo deja e mi blog…….
A todos los comentaristas malintencionados, me gustaría saber qué tal escriben ellos.
A no hacerles caso, Xtian, sos un capo.
Pues mejor no lo podias haber relatado,
lo de Mauricio era asi y lo q les paso
sierto total…yo estaba alli.
Uff q recuerdos..algunos buenos otros no tanto.
Pues mejor no lo podias haber relatado,
lo de Mauricio era asi y lo q les paso
cierto total…yo estaba alli.
Uff q recuerdos..algunos buenos otros no tanto.
hola muy buen relato me deja con ganas de la segunda parte encerio . para cuando =? jaja encerio muy bueno
Hola Xtian,
“una lluvia q mueve la muegre de lugar… escribo como quien oye llover”, ¡muy bueno!
Hacía mucho q no entraba, siempre me gustó leerte.
1 beso
Ja
PD.: ¿Yoli es bulímica?
CAPO, ES LA PRIMERA VEZ QUE PASO POR ACA Y ME LLAMO LA ATENCION ESTO DEL TRASPASO DE LA DICTADURA A LA DEMOCRACIA, YO SOY PROMOCION 2006 DE UNA ESCUELA TECNICA DE LA CIUDAD DE ROSARIO, ESCUELA VIEJISIMA CON MAS GRIETAS EN LAS PAREDES QUE BANCOS, CON POCAS CHICAS CON QUE ALIMENTAR LA MIRADA Y POCO NIVEL EDUCATIVO COMO YA ES COMUN EN ESTE TIPO DE SECUNDARIOS, HOY ESTOY HACIENDO UNA CARRERA UNIVERSITARIA EN LA UTN Y ME ESTA COSTANDO UN HUEVO Y LA MITAD DEL OTRO, PERO COMO NO QUIERO LA CHANCHA, LOS 20, LOS CHANCHITOS NI LA MAQUINA DE HACER CHORIZOS, LA PILOTEO DE A POCO.
MUY BUENO TU POST, ME QUEDO POR ACA PARA SEGUIR OJEANDO UN POCO.
SALUDOS
ALDO