Por qué escribo (este blog)

El día se fue hinchando como un globo de gas y ahora explotó y llueve. Empezó la temporada de cerezas, y acá están en la compoterita azul, mientras la noche chorrea sus babas contra la ventanas. Hacía mucho que no escribía dos días seguidos, y se me ocurrió probar hoy. ¿Por qué no escribo dos días seguidos? Porque en general estoy bastante pinchado con lo que escribí el día anterior.

Hay un ciclo: se me ocurre algo sobre lo que debería escribir. Le doy vueltas, intento escribirlo mentalmente (en la ducha, en la cama mirando el techo, camino al trabajo mientras escucho algo en mi ipod), y fallo. Fallo porque no hay trama para contar, no hay introducción, nudo y desenlace, no hay camino del héroe, no hay pathos. Me pincho. Después, un día, cuando ya perdí las ambiciones, me siento a escribir, con el objetivo de “dejar constancia” y nada más.

Mi memoria empeora día a día, y no soy bueno para guardar nada que no sea escrito. Y ni siquiera para eso, ya que lo único que conservo es lo que está en este blog. Decía, entonces, que me siento y escribo. Escribir, así, sin ambiciones más allá de las documentales, es la única manera que conozco. Se parece, también, a pajearse. No en el sentido que se le suele dar a esta comparación (la paja como autosatisfacción), no. Sino porque cuando uno se pajea está dando un paseíto, un cititour con un recorrido planeado, pero entornando los ojos, esperando una sorpresa que pinche la membrana del hastío. También porque la paja es una actividad netamente rítmica, pero en ese vals bailan juntos los cuerpos (los personajes) y sus fantasmas (sus historias). Y uno espera que esa eyaculación, esa marca, sea un poco Jackson Pollock, un caminito enchastrado, una mancha rebelde, indeleble. O sino un liquid paper que borre y esconda lo que estaba escrito abajo. Una corrección, una tachadura.

Decía entonces: escribir sin ambiciones. Pero no sólo eso, sino caer un escalón más abajo. Escribir es animarse a ser un pelotudo. Uno escribe a ciegas, siempre, entonces viene una oración y pensás (o intuís): esto no está ni bien ni mal. Okay, sigo, otra oración. Esta está mejor. Y de pronto, aparece algo que antes no estaba, que no se desengancha un poquito de la oración anterior, un desvío, un pinchazo. Pero es el pinchazo de la pelotudez. Porque lo que está escribiéndose ahora en la pantalla parece una pelotudez. Tentación de borrar, tentación de seguir. Seguir. Sube la intensidad ahora, con la otra oración. Más que un pinchazo de pelotudez, esto parece un cachetazo de estupidez. Pero podría ser, también, algo genial. Uno no puede juzgar en ese momento. Y es probable que uno nunca pueda juzgar, que uno sea un pésimo juez.

¿Estoy diciendo algo nuevo o una obviedad? ¿Soy un pelotudo o soy un genio? (Uno piensa así, sin grises en el medio). Y sigue. Termina el texto, y todos esos pinchazos y cachetazos de pelotudez o genialidad, se acumularon. Uno decide publicar el texto si siente que tiene alguna “posibilidad”. ¿Posibilidad de qué?

Y se va a dormir, sintiéndose un poco derrotado, cacheteado. Y espera, no lo voy a negar, que al otro día haya algún comentario elogioso. O que al despertar al otro día, con el texto ya afuera del cuerpo, uno recuerde eso que escribió con cariño.

A veces pasa que te dicen que sí, que está bueno, que me hiciste acordar a esto que me había olvidado, que qué buena esta frase. Y a veces pasa al revés: che, no entendí nada, hm, medio raro, la verdad que no me gustó, me gusta más cuando escribís de Merlo, no sé, siempre con el mismo tema vos, che, che, yo soy tu amigo hace 20 años y nunca aparecí en tus textos, se ve que yo en tu vida soy un cero a la izquierda.

Y no es que las críticas duelan, es que casi siempre dan en el blanco. El texto ese falló, por todas esas razones, no se entiende mucho. Y sin embargo, vuelvo al texto por accidente, después de meses, cuando ya me lo olvidé. Y hay algo ahí. Me sorprende volver a leer y transportarme de nuevo simultáneamente a dos lugares y tiempos distintos: 1. al lugar y al momento en el que pasó la historia que cuento, 2. al lugar y al momento en el que conté esa historia (y a las decisiones que tomé: palabras que hoy no elegiría, ideas que no se me ocurren, exageraciones u omisiones que hoy no intentaría).

¿Y para qué cuento todas estas historias de mi pasado? Hoy pensaba en eso mientras caminaba hacia el trabajo. Y se me ocurrió primero lo más obvio: la paja que mencioné más arriba. Después se me ocurrió “porque sí”. Y después me senté a comerme un sandwich en Pinot, frente a la Plaza Guadalupe. Vino la moza y le pedí una ensalada César y una pepsi light. Estaba sentado afuera, en una de esas mesas enclenques, de chapa blanca. Apoyé los codos sobre la mesa y la mesa se tambaleó. Todas las mesas de lugar tienen las patas desparejas. La moza me vio inclinado, buscando la pata culpable, y se acercó. Se agachó conmigo y junto recompusimos el balance de las patas metiendo una-dos chapitas de gaseosa bajo la pata más corta y una más en aquella de allá.

Y ahí, en ese momento, se me ocurrió que quizás uno escriba para eso: para meter chapitas bajo las patas más cortas, para recomponer algún balance, alguna ilusión de solidez, para compartir con alguien la insólita intimidad cuadrúpeda y subterránea, abajo de la mesa y volver a surgir a la superficie del día, sacudiéndose el polvo de las rodillas, y con los semáforos de la esquina cambiando, otra vez y como siempre, del rojo al verde.

This Post Has 13 Comments

  1. Zoe

    Qué buena manera de describir estos por qués.
    Felices fiestas.

  2. Cazadorcito

    Entiendo lo que explicas ya que a mi también me pasa, por eso no actualizo mi blog hasta no tener la inspiración suficiente, igual mi vida es muy monótona así que no tengo que preocuparme de resultar pelotudo o no, el tema es que esta bueno resultar ser pelotudo a veces porque hay mucho pelotudo por la vuelta y se runo mas del montón a veces es lo que ne necesita, seria como camuflarse en la multitud, escapar… ¿Cobarde?… Si pero ¿quien es el Macho de América acá?. Salu2, X.

  3. Federico Gauffin

    Es así, ¿no? Uno escribe para componer las cosas, para completar, para yapar. Coincido con vos.
    ¡Feliz navidad!

  4. gisonic

    Desde que encontre sin querer tu blog, alla por el año 2005, nunca pude dejarlo y religiosamente lo checo.

    Tu manera de reparar/complementar tu vida, los retazos que conservas en tu memoria, es excelente, y esta palabra le cabe perfectamente, no es exagerada.

    Un beso grande, felices fiestas!

  5. Nicko

    desconcertante, casi un backstage de tu proceso creativo.

    Y una explicacion final muy cosmica: escribis para buscar algun tipo de balance.

    saludos

  6. Ameba

    creo que escribo exactamente por lo mismo, para conseguir un balance, o para revivirlo y ver si de alguna manera lo hubiera hecho diferente o no, o solo para traer las cosas que estan afuera un poco mas cerca mio… o algo asi

    saludos y siga escribiendo que la verdad me gusto mucho!

  7. Maximo

    “Y no es que las críticas duelan, es que casi siempre dan en el blanco…”.
    Muy buenos los post Xtian, como te dijo un lector: “Te sigo desde que caí en este blog por accidente…” Pues si, yo tmb caí por accidente, y creo haber leído la historia mas maravillosa hasta ahora: “No soy un mal tipo”.
    Con respecto a las criticas, se supone que escribís por vacación, te gusta, es auto ayuda, es encontrar el balance q a veces necesitamos para ciertas cosas. Tener la necesidad de entrar al blog al día siguiente para ver los comentarios… mmm suena a una eleccion demasiada narcisista para mi gusto, no hay respuestas objetivas aca, tus historias no son buenas o malas en la medida de nuestra opinión… tus historias son buenas o malas en la medida en que cuando terminas de poner el punto final a la historia hayas logrado algo en vos, bueno o malo, expresar, descargar, desprender, retener, olvidar, recordar, etc. Tus historias son buenas xq cuando terminas de escribir te animas a postearlas, y el porque de la publicacion, que solo vos conoces, es la respuesta objetiva a eso. Saludos y no dejes de rescribir.

  8. Swampex

    “¿Estoy diciendo algo nuevo o una obviedad? ¿Soy un pelotudo o soy un genio? (Uno piensa así, sin grises en el medio)”

  9. humo

    Yo creo que la “pasión expresiva” es un camino de ida y vuelta: si no hay posibles lectores, uno/a no se anima a escribir. No es narcisista, aunque el momento de la escritura sea el más solitario, porque te empuja la esperanza de que el texto llegue a alguien.
    Da lo mismo qué cuentes. Siempre habrá un posible lector, ahora o dentro de un año, que responda a tu texto con otro, o quién sabe de qué manera sutil.
    Feliz 2010

  10. Marxe

    Es verdad que uno escribe desde una necesidad de algo. El tema es cómo dejar de sentir que lo que uno escribe no va a interesarle a nadie. Debe ser todo un salto al vacío.

  11. Paribanu Freitas

    Uno tambien escribe para contar al borde del texto que se sentó ” a comerme un sandwich en Pinot, frente a la Plaza Guadalupe” y que “Vino la moza y le pedí una ensalada César y una pepsi light”. Es decir para presentarse no solo para registrar o recordar, sino como una forma de presentarse e identificarse con el proyecto que uno va construyendo de lo que va siendo. Ese día vos ademas de tu pasado y tus fantasmas talves tambien eras un sandwich de Pinót, una ensalada Caesar y una pepsi Light, y se lo querías avisar al mundo y a vos mismo. A mi me pasa descubrirme cuando escribo en mi tan abandonado blog, que me pesco sembrando el texto de contraseñas para los intimos. Tambien es una forma de fortalecer la decodificación de una grupalidad que uno quiere que lo acompañe. De todos modos, me preocupa que es lo que pasa cuando nadie te lee… ¿Te pasó alguna vez? para quien se escribe ahi. Mi respuesta es que para uno mismo pero ‘ajenizado’, para una especie de parte ciega de uno que aun no se entera en donde está en realidad… En fin, narrarse es siempre un acto de subjetivación! o al menos un intento de..

    Un abrazo y sigo leyendo con gran entusismo

  12. Rosarioso

    “Escribir es animarse a ser un pelotudo.” Me encantó esa frase… tan exquisita como una ensalada César. Lo cotidiano se vuelve mágico en tus textos, Xtian.

    Saludos desde Rosario.

  13. Andrés

    “Decía entonces: escribir sin ambiciones. Pero no sólo eso, sino caer un escalón más abajo. Escribir es animarse a ser un pelotudo”.
    Me surge, incontenible y sin razones el gracias. No sé por qué, si en realidad no suelo agradecer lo desintencionado: no hay en el texto una alusión directa a mi problemática próxima y además fue pensado, escrito antes de que ésta me inquietara desde las últimas veinticuatro horas. Pero bueno, de acuerdo…me animo a ser, me arriesgo a parecer, un pelotudo. Está bárbaro y ¿porqué no? Pienso, además, que hasta se parece una incitación desafiante a contramano de lo habitualmente se nos indica: seriedad, idoneidad, seguridad, responsabilidad y prestancia en todo lo que hacemos.
    Animarse a ser un pelotudo es darse ánimos para que la crítica del otro deje de conjelarnos la libido.
    Los “monstruos” del Taller Virtual, con sus CV completos de antecedentes y blandiendo palabras y conceptos que ¡mama mía! me hicieron sentir no estar a la altura de la circunstancias. Pero ahora si: esta pequeña gran revelación de tu autoría me quita responsabilidades de encima.
    Gracias.
    Un pelotudo.

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