Ya no pongo el despertador a la mañana sino que dejo que me despierten las langostas. Sí, no se por qué razón, puntualmente a las 10.30 am las langostas se lanzan en un pizzicato que es la apoteosis del dodecafonismo entomológico. Y yo me despierto a las 10.30 am porque me acuesto a las 4 am o algo así todos los días. No sé si es insomonio. Echále la culpa al exilio. El colchón tampoco ayuda y la sábana hace un pliegue inaudito en el centro, porque las compré baratas y junto con el pliegue hay como grumos, bolitas como hormigas que bordean el pliegue central, así que más que dormir siento que estoy siendo pulido, que a medida que giro y contragiro en la cama es como que me voy poniendo cada vez más brillante, como una tetera de plata que una mucama aburrida repasa con el Blemm y la gamuza.
Aparte no sé por qué me pasa últimamente que apago la luz y me parece que con el click de la luz que se apaga se disparara una descarga eléctrica de miedo, pero no un miedo de uy vi un bicho sino un miedo más informe, como una baba de miedo, como un pedo de miedo en un colectivo que no estás seguro de que sea un pedo ni de quién es.
Y lo único que me faltaba es ponerme escatológico y recurrir al pedo como metáfora.
Volviendo a las langostas, ahora 2.37 am y yo creo que son ranas. Pero las ranas necesitan de zanjas y estanques y por acá no hay. Lo que hay son venados (¿o ciervos?). Tendría que ver más Discovery channel para descubrir si es lo mismo venado y ciervo. ¿O es como ternero y vaca que uno es la madre y el otro es el hijo? Y ahora que lo pienso por qué es que ciertos animales tienen nombre distintos para madres e hijos y otros no: vaca y ternero, perro y cachorro, sí, pero cebra y… y ¿qué? Será porque algunos son más populares que otros, pero entonces por qué no hay nombres distintos para los gatos y su prole, si resultan ser tan famosos (gato Tom, gato con botas, gato Félix, Aristogatos, etc).
Volviendo a las ranas y a los venados. Hace ya un par de años mi compañero de departamento Chris, eran las 4 de la mañana o algo así y terminábamos de hacer algo (aunque no me acuerdo qué) y también estaba Len. Y Chris nos hizo subir presurosos al auto y salimos. Y yo pensé que íbamos a ir a comprar donuts. Era miércoles y salir a las 4 de la mañana con tanta prisa tenía que ser para ir a comprar comida, pero no. Nos llevó a Livingston campus, donde no hay nada o mejor dicho donde está la reserva ecológica y la velocidad del auto bajó a velocidad crucero, esa velocidad de bote, no de auto, y la noche y el silencio y nada más. Y vimos las siluetas de los ciervos en la oscuridad, uno, dos, cinco, diez.
Me acuerdo ahora de todo eso: de las langostas a las ranas a los venados. Pero acá mismo cierro el zoológico.
Ah, profundidad. Profundicemos. Tomar carrera, trampolín, salto y al agua pato y tirarte de cabeza y primero las manos que abren el agua en dos y luego antebrazos y codos y luego los hombros y la cabeza. Congelá la imagen ahí, mitad del cuerpo en el aire, mitad del cuerpo en el agua.
Y dejame que baraje estos naipes: ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Con quién? Estas cuatro cartas y ahora elegí una carta. Explico el juego: supongamos que me llamo Christian, que tengo 32 años de edad y que estoy perdido ido ido. Perdido en una carretera, que viene a ser la vida. No una carretera, porque una carretera es una opcíon binaria: uno va mano o va contramano. Estoy entonces perdido en una llanura, porque aca la opción es un abanico de opciones, 360 grados de opciones o sea infinitas opciones. Elegís una carta, suponete que sale el Cuándo y levantás otras cartas del mazo que vendrían a ser Cuándo vuelvo a Argentina.
Y esto del mazo y la carta no funciona y no se entiende nada. Eso de que la vida es un juego – un juego de azar – es una cosa tan trillada. Lo mismo eso de estar perdido en la carretera (una road movie) o la de estar perdido en la llanura o el desierto (El cielo protector, Los dos reyes y los dos laberintos).
Así que expongamos las preguntas puras, sin trampolines, imágenes congeladas ni barajas. ¿Dónde debería estar? ¿En Argentina o en USA? ¿Existe el hogar? ¿La patria? ¿A place to call my own? ¿O es una alucinación colectiva, un arma de domesticación? ¿Somos todos Facundos Cabrales que no son de allí ni de allá? ¿Y si la experiencia del exilio te da temple y carácter, cuánto temple y cuánto carácter es suficiente? ¿Una vez que uno está templado, cuál es la temperatura que sigue?
Y ya que estamos en las profundidades frías o templadas de la divagación, sigamos. ¿Estaré deprimido? Si uno está condenado a vivir asilado en la propia piel, en nuestra húmeda celda cuyos barrotes son nuestros poros y nuestros pelos y nuestras pecas, ¿cómo sé si estoy deprimido o es solo que se me templó el carácter o que tengo 30 años y es nada más que una cuestión de edad que las hojitas en las ramas se te pongan un poco amarillas y que ciertos pétalos se te pongan mustios?
Porque si lo pienso, yo 17 años, apretándome granitos frente a un espejo, te la regalo. Miraba el espejo y pensaba: ¿por qué no puedo hacer fast forward y ahorrarme todo este slapstick? No comedia slapstick sino drama slapstick. ¿Y a los 23? Cursando una carrera que detestaba, policía (o preceptor) de un colegio en Castelar y otra vez insomne pero ahora sin ranas ni langostas ni venados, con una lista: Aguero, Ayala, Batista, Carballo, Cernadas, D’ Arienzo… como único soundtrack de mis pesadillas. No, ahí tampoco.
Pero quizás sea injusto y la evaluación que corresponda no sea la de la superficie. No debería quizás evaluarme en base al trabajo o al estudio o a mi acné. Porque quizás lo que importe sean los márgenes de ese río. No las aguas que bajan turbias sino una piedrita de la orilla, medio embarrada. De nuevo la metáfora trillada, la vida como río, tan Herman Hesse.
Quiero decir: capaz que debería acordarme de los 17 años y esa vez que en la clase de biología todos nos vimos forzados a masticar un cacho de pan y escupirlo en un tubo de ensayo. Y todos nos mirábamos con asco, con tanto asco que nos tentamos de la risa y escupimos entre varios el pan pero no en el tubo de ensayo… o a los 23, cuando en un campamento de “meditación” una mujer desnuda, con la excusa del frío o andá a saber qué se me metió en la cama… o cuando años más tarde, en una noche insólita chateé por primera vez en Alter-zone (ya no existe más) y mi vida dio un giro impensado, un giro que todavía continúa (¿soy un trompo?) y ese giro me trajo a USA.
Sí, ¿el libro de la vida hay que leerlo de punta a punta? ¿O hay que saltearse todo y solo leer los pies de página?
Ya perdí, hace rato, la capacidad de priorizar, de separar paja y trigo, de archivar lo relevante y reciclar lo banal. También perdí la memoria de largo plazo y por eso escribo. Y ni siquiera sé para que escribo esto, ya que sueno mucho más fisurado de lo que estoy.
¿Hay que enojarse? ¿Vivir en estado de ebullición o sorber la vida como si fuera un té de tilo, sin quemarte la lengua, sin empinar demasiado el codo? ¿Hay que planificar y buscar o tirarse en la reposera y esperar que llueva café? ¿Y si se mezcla un poco de ambos, en qué proporción? La receta… ¿vendría a ser alópata o homeópata?
¿O me equivoco al plantear preguntas tan grandes? No… la mayoría de las veces me equivoco al revés. Miro el día a día y se me pierde el semana a semana, el mes a mes y el vida a vida. Y así termino mi Masters y termino boyando en esta marejada y en San Francisco y ahora sigo boyando y en New Jersey. ¿Estamos todos boyando? Como diría Porchetto: che pibe, vení y boyá.
Y tengo tan pero tan claro que lo que queremos es significado. Yo creo que si hacemos un ranking de temores, digamos, un top 5 de los terrores más populares el temor a la muerte tiene que estar ahí, sí ya sé. Pero en mi caso creo que el number 1, indiscutido y por millonésima semana de permanencia en el puesto tiene que ser el miedo al sinsentido. Muero contento si mi vida tiene significado, y por supuesto, si ese significado me es revelado.
Por chiquito que sea, un significado. Es así de triste: no quiero dinero, no quiero mujeres (ni hombres), no quiero inmortalidad, quiero un significado.
Setenta balcones hay en esta casa, setenta balcones y ningún significado.
Minuto Odol en el aire: palabras terminadas en ado que no sean participio de verbo, ¡ya!
Bocado, tornado, significado…
¡Clank! Suena la campana, estoy descalificado: significado, participio de significar.
3.25 am, no me vengas con este tipo de pavadas, ya estoy listo para el repechaje.
Acabo de leer por casualidad esta, llamemosle así, declaración de principios de Xtian y me parecen unas palabra impresionantes, sublimes. Cierto es que cualquier otro podría ver un lamento triste o lamentable pero lo que podría decile al autor, si es que leerá esto, es que sólo con el hecho de buscarle un sentido a la vida, ya se lo estamos dando.
Mi nombre es Inma, una periodista de España y ciertamente si me dedicara más a vivir en vez de buscar explicaciones probblemente sería mucho más felíz, sin embargo, puedo jurarte sobre lo que quieras que no cambiaría ni un minuo de mi interrogante e insatisfecha vida por un año de yerma, de vacia felicidad carente de sentido.
Tampoco conozco el sentido de la vida pero sigo pensando que mientras lo esté buscando, estaré viva.
Un abrazo a quien lea esto.
Al igual que inmma por mera casualidad o por un fin en especifico acabo de leer los pensamientos de xtian que las explicaciones y los sentidos en la vida los vamos encontrando al ir caminando en la vida y el encuentro con la felicidad es tan bipolar que creamos conciencia de ella en el momento en que confrontamos su opuesto.
Me parece que nuestra mera existencia es un fin en si. Jennifer
P.D: Encontremos nuetro fin dando lo mejor de nosotros mismos Amando.
me parecio muy interesante todas las opiniones expresadas pero la que esta deprimida ahora soy yo help·
hola, sinceramente, me parecieron perfectas las palabras de este chico, que con tan solo 17 años, tenga tan clara las cosas. Quede helada lellendo este articulo, sinceramente este chico se merece un gran premio. EXELENTE!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!1