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[29 de Noviembre de 2003, 6:53AM, Piscataway, New Jersey]

– ¿Cómo surgió Puto y aparte?

– En agosto de 1998 vine a USA a estudiar un doctorado en ciencias de la computación. Me vine solo, mi familia y amigos quedaron allá; toda gente que quería que los mantenga al tanto de en qué andaba mi vida. Empecé así a mandar emails bastante masivos, metía a 10 o 15 personas en el “To:” y contaba mis andanzas en terreno marciano. Los mails pronto se hicieron más largos y narrativos, quizás porque también saciaban mi sed de castellano…

– ¿Pero no hay argentinos en la universidad? ¿No hablás por teléfono con tus amigos y con tu familia?

– Sí, pero en el 98 las tarifas eran exhorbitantes, más si como en mi caso las llamadas eran fuera de capital (vivo en Merlo, Baires). Ahora hay más argentinos en el departamento de computación de la universidad, pero cuando yo llegué había uno solo. Lo de la sed de castellano quizás surgió porque yo llegué a USA un martes y al lunes siguiente estaba dando clases en inglés, cursando en inglés, etc. Me acuerdo que me acostaba con la cabeza zumbando de inglés, era como que el cerebro estaba sobrecargado de información “idiomática”. A veces me despertaba en medio de la noche y me ponía a escribir en castellano algún email enciclopédico.

– Muchos de tus posts están escritos de noche…

– Sí, siempre fui muy nocturno y acá en USA la cosa se intensificó más. Y ahora ya es muy tarde para pararlo. Aún en San Francisco, cuando tenía un laburo de 9 a 6 me acostaba a las 3 am. Volviendo a los emails y cómo surgió PyA: desde el 98 mandé emails más o menos masivos. Algunos de ellos los conservo, algunos murieron en algún formateo. Por suerte, algunos amigos más ordenados que yo conservan copias y a veces me envían un archivo zip con mails viejos. El año pasado leí una nota sobre los blogs y de pronto se me ocurrió que yo ya venía haciendo más o menos eso con mis emails masivos. Hacía rato que mi “círculo de lectores” se había ampliado más allá de familiares o amigos íntimos, incluso un par de veces recibí un email de alguien totalmente desconocido al que le habían pasado un email mío… Así que decidí usar el blog como medio de “archivo” de estos emails masivos y así de a poco y casi sin darme cuenta terminé armando PyA.

– Algunos de esos “emails” son bastante fuertes… ¿esos también los recibe tu familia?

– No le mando a mi vieja algo si es muy porno. En el 98 cuando empecé a mandar los emails, armaba un email original que enviaba a mis amigos más cercanos y luego editaba o borraba partes cuando había que enviarlo a compañeros de laburo o a mi familia. Y eso era sobre todo porque alguna de esa gente no sabía que yo era gay. Igual eso no duró mucho, al mes salí estruendosamente del placard en un email ultra masivo. Se armó un pequeño revuelo, pero me sirvió para hacer un gran corte de mangas y sacarme de encima la presión de andar editando los emails para no interrumpirle la digestión a nadie.

– ¿Por qué elegiste como título “Puto y aparte”?

– Me gusta la palabra “puto”, es una palabra que uno escupe y eso pega bastante con el tono del blog: intenso y maleducado. Lo de “aparte” suena más fuerte de lo que yo lo siento. No creo bailar demasiado el tango lastimero de la marginación. Pero tampoco soy tarado y tengo claro que ser gay todavía me define bastante y me pone en un lugar “apartado” (un lugar “metafórico”). Sigo mirando el mundo a través del ojo de una cerradura. ¿Se entendió algo?

– ¿Por qué decís a veces que PyA no es un blog?

– Es un blog y no lo es. Los posts no siguen un orden cronológico, para empezar; las barajas están todas mezcladas y me imagino que eso hace la lectura muy ardua. Igual trato de que los posts estén “auto contenidos” y que más o menos se entienda que pasa sin leer los demás. Lo otro que va en contra del formato “blog” es la periodicidad: no me fuerzo a postear diariamente ni semanalmente. Y los posts no son del todo “repentinos”, no posteo lo primero que se me ocurre (en realidad lo he hecho varias veces pero muchos de esos posts los termino borrando después).

– ¿Cuánto hay de real en los posts?

– Todo, casi todo, bah. Últimamente decidí cambiar algunos nombres, no quiero tener problemas. En realidad es medio sorprendente que no haya más gente enojada o quejándose. Estoy seguro que alguna gente no me soporta, pero se mantienen en silencio. Poner la caripela en la fotito y poner el cuerpo en los posts parece medio lunático, supongo, pero también es liberador. No liberador en el sentido de que intento validar mi vida con un blog… Y en cuanto a los detalles “porno”, no soy un puritano, y por lo tanto tengo claro que el sexo no es necesariamente intimidad. Hay quince millones de cosas que me pasan que nunca voy a postear en el blog, y que sí considero íntimas. Un revolcón lúdico es un poco de slapstick. A veces ver cómo alguien revuelve el café con leche con la cucharita lo desnuda más que verlo coger.

– ¿Cuál es el sentido o el objetivo del blog?

– Uf, muchísimos. Uno cabe muy bien en la palabra bitácora: si la vida es navegación, entonces el blog es el registro de la velocidad, los cambios de rumbo, los accidentes, los avistamientos de tierra firme. Tengo una memoria rara, me acuerdo de detalles idiotas de un montón de cosas, pero me he olvidado tramos enteros de mi vida y no hay forma de recuperarlos y de ahí la paranoia de olvidarme algo esencial, de perder mi Rosebud para siempre. El otro sentido es el disfrute inmediato. Escribo y me divierto, me cago de risa con algunas cosas que escribo o algunas cosas que se me ocurren: ya sé que suena muy pajero, eso de reírse de lo que uno escribe. No es exactamente así, es más bien un placer morboso: el de ser lo más honesto posible. El otro placer es medio masoca y es el que nombra Capote: la tortura de escribir y saber que escribís mal. En ese sentido el blog y la idea de “espontaneidad” me ayuda a escribir y publicar cosas que siento que están horriblemente escritas o que podrían estar 80 veces mejor. Sino me pasaría la vida editando un único texto.

– ¿Qué cosas te gustaría mejorar? ¿qué cosas no te gustan del todo del blog?

– Me gustaría poder escribir más seguido, poder obligarme a escribir diariamente o cada dos días, o algo así. No lo he podido lograr, tengo que estar en una “atmósfera” especial para escribir. Puedo intentar con algo de música, o leer algo copado que me inspire. Pero la mayoría del tiempo no funciona. Intenté hace unos meses tomar notas telegráficas así no me olvido de algo que tiene “potencial” para ser un post. Luego podría expandirlo, cuando esté de “humor literario”, pero soy muy inconstante aún para tomar notas. También me gustaría ser más breve, más claro, más nítido. Y eso es porque cuando releo mis posts noto que todos tiemblan, están todos escritos a tientas, sin saber muy bien que pasa, en estado de incertidumbre. Supongo que eso los hace sinceros, estoy tan perdido como los posts lo sugieren.

Me gustaría también mejorar el diseño, agregar fotos (me compré una camarita digital pero soy zapatísimo para sacar fotos), alguna vez ordenar los posts cronológicamente y “rellenar” los vacíos con las historias que falta contar.

– ¿Qué satisfacciones te ha dado PyA?

– “Conocer” virtualmente gente muy copada o con la que sentís algún clic especial. Creo que eso es lo que seduce de la blogósfera, esa sincronicidad, ese sentimiento de estar todos cantando “Rasguña las piedras” alrededor de algún fogón sagrado. Mirá, cuando la internet empezó ese sentimiento estaba en todos lados. Te metías en un chat y caía un tipo de Kentucky, un australiano y un panameño y hablabas de Hitchcock o Gus Van Sant y de pronto te picaba ese avispón de iluminación: al de Kentucky le fascinaba esa escena insólita en esa película recóndita que vos adorás, intercambiabas emails y era muy final de Casablanca, eso de sentir que eso era el comienzo de una amistad especial. Ahora entrás al chat y llueve el porno: la internet y la pajósfera son el mismo lugar. Eso o la paja del e-commerce. La internet no se “navega” más. Antes la modalidad de uso era entrar a cualquier lado, ir a la página de links y agarrar un link y seguirlo y de ahí a otro lado, el azar era intrínseco en el uso de la net. Nadie hace eso ahora, te conectás, googleás lo que necesitás y chau. Pero sí pasa en la blogósfera, esa comunión, esa cosa rara, ese encuentro de dos personas en una habitación a oscuras que se empiezan a tocar, con perdón de la metáfora promiscua. Es lo que dice Amy Tan en la cita que metí abajo de mi fotito en el blog.

Alguna gente deja comentarios o manda emails muy copados, incluso con sentidos o “lecturas” de los posts que no tienen nada que ver con mis intenciones. También he descubierto varios blogs que me encanta leer (aunque son muy pocos). Y aún con los eventuales huracanes de peleas, la “comunidad” bloguera es bastante acogedora.

– ¿Tu post preferido?

– Tengo varios. El primero, “Vidrios rotos”, fue esencial. “Exiliado” no me gustó nada cuando lo escribí, lo publiqué porque fue un encargo (me habían invitado a participar en ese blog grupal y todavía no había contribuido nada). Lo volví a leer un mes después y me gustó. Y “Frío frío como agua del río”, que quizás sea el que más me guste de todos. Los tres los escribí de un tirón, en 15 minutos.

– ¿Un deseo?

– Me gustaría que todos mis amigos (y por extensión todos, aunque no soy Roberto Carlos y no quiero tener un millón de amigos) tengan un blog. Cuando empecé a escribir aquellos emails masivos en el 98 mi intención era que mis amigos, familiares, etc, entendieran que lo que me pasa (aún cuando esté en USA) es muy trivial y que alcanza con relatarlo con polenta para hacerlo interesante. Lo mismo con los blogs, aún cuando todos tengamos vidas cuadriculadas si lo escribís con tu puño y tu letra va a valer la pena leerlo.